jueves, 4 de septiembre de 2014

La Marihuana En Colombia

Esta no es la primera vez que Santos se refiere a la posibilidad de contemplar la venta de marihuana medicinal, pero esta vez hizo especial énfasis en la lucha antidrogas, la que comparó con una "bicicleta estática", dando a entender que no se logra avanzar con ella.
Sin embargo, la propuesta hecha por el senador Galán no fue del todo bien recibida por sectores poderosos del país (ver Galán quiere legalizar la marihuana medicinal). Entre las más importantes voces de rechazo estuvo la de representantes de la Iglesia católica, que no tardaron en rechazar la posibilidad de la legalización y desestimaron que este debate se dé en el escenario del Congreso.
Para analistas de la realidad nacional, aunque es verdad que la iniciativa es muy polémica, lo cierto es que permite abrir la puerta al debate de la legalización de las drogas como una de las formas de combatir el narcotráfico en el país, una alternativa que ya se ha planteado en escenarios internacionales como la ONU y la OEA. El debate toma un nuevo aire ahora que fue abordado directamente por el Jefe de Estado. 
Sin embargo, no son pocos los detractores de la medida, quienes aseguran que el país no está preparado para asumir la legalización de sustancias sicoactivas, porque eso podría llevar a que grupos armados que tienen control sobre cultivos ilícitos se acerquen a blanqueo de dinero a través de la venta regulada de opiáceos.
Un debate de largo aliento
Para Galán el objetivo de la venta de marihuana con fines medicinales busca ayudar a pacientes que sufren de dolores crónicos y sustenta su iniciativa en estudios científicos que prueban que el consumo regulado del cannabis contribuye a mejorar la calidad de vida de quienes padecen enfermedades que van desde la artritis hasta el cáncer.
Además, el electo senador dice que su intención es complementar el artículo 49 de la Constitución (que dice que el porte y el consumo de sustancias estupefacientes está prohibido, salvo prescripción médica) para vincular al Ministerio de Salud en procesos de investigación y producción controlada de marihuana.
Estas propuestas fueron rechazadas por miembros del Centro Democrático y una porción del Partido Conservador, quienes aseguran que lejos de lograr que el control del cultivo y la producción de la marihuana queden en manos del Estado, la legalización llevaría a un aumento de los ingresos económicos de grupos violentos que hoy manejan el negocio a través de las armas.
"De legalizar la marihuana se abriría camino para que también se legalicen las finanzas de los narcotraficantes que serían quienes tendrían el negocio en sus manos. El Estado no tiene la infraestructura que sí tienen los ilegales para manejar ese negocio y eso sería legalizar el crimen y afectaría directamente la seguridad del país", asegura el senador por el Centro Democrático, Alfredo Rangel.
El senador añade que Colombia no está preparada para un proceso de despenalización, y cree que eso llevaría a "abusos".
"Esto no es Dinamarca. Acá tenemos problemas muy graves de microtráfico. Eso llevaría a abusos como la falsificación de las fórmulas y generaría un caos que podría derivar en un aumento del consumo", agrega Rangel.
Por su parte, el exsecretario de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Vicente Córdoba, dice  que "no podemos usar una sustancia que va a traer efectos secundarios como los problemas sociales, de depresión y psicológicos".
El analista Fernando Gómez sostiene que pese a las críticas de partidos políticos y de la Iglesia, para él los reparos que han expuesto no tienen fundamentos científicos válidos, lo que aparta el debate de una discusión con fundamentos de mayor peso que permitan avanzar en el desarrollo social del país.
"No podemos quedarnos en argumentos sin fundamento científico. Yo entiendo que hay que respetar los cultos y las creencias, pero eso no se puede usar como un argumento para desestimar un debate que tiene un fondo muy profundo, que es la lucha contra el narcotráfico. Los argumentos de la Iglesia son de fe, mientras que se debe debatir en términos de seguridad y economía", dice Gómez.
Agrega que vale la pena revisar el caso de Uruguay y de los 34 estados de Estados Unidos que ya han legalizado el uso medicinal de la marihuana o están en proceso de iniciar los debates internos para hacerlo.
"La realidad del mundo está cambiando. No podemos quedarnos esperando a que el país esté en un punto de maduración idóneo para plantear este tema sin que haya tabú. Hay que ver las experiencias de otros países, especialmente de estados Unidos, en donde esta discusión es muy seria. Estados Unidos es el gran aliado de Colombia en la lucha contra las drogas y el debate se tiene que dar", recalca el abogado.
Por su parte, Luis Joven, doctor en pensamiento político, asegura que es necesario dejar de "satanizar" la marihuana, que tiene mucho menos riesgo de adicción que otros productos legales como el tabaco y el alcohol y que, además, causan un porcentaje mucho menor de muertes que esas sustancias.
Y las cifran respaldan al analista. Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), publicado en la última edición de la revista científica Addiction, el alcohol es la causa de al menos 80.000 muertes anuales en el continente americano. Entretanto, el tabaco provoca 72 muertes diarias en Colombia.
"Yo no conozco el primer caso de una muerte por consumo de marihuana. Estamos perpetuando el paradigma de la satanización de la yerba cuando hay otras sustancias mucho más letales para los seres humanos. Aquí no se habla de inundar las calles de drogas sino de crear centros regulados estatalmente que distribuyan bajo estricta prescripción médica", señala Joven.
Asimismo, destaca que, para él, contrario a la postura del Centro Democrático de que esto podría beneficiar las arcas de los ilegales, la legalización podría significar un insumo económico para el Estado.
"La producción y distribución debe estar regida únicamente por el Estado. Eso significa, tal vez, gravar con impuesto a la marihuana y usar ese dinero para el desarrollo social del país, como se hace con el tabaco, el alcohol y las apuestas".
El analista agrega que perpetuar la prohibición significa dar la espalda a la tendencia mundial y aumentar el precio de los alcaloides en las calles.
"Es simple: a mayor demanda, menor precio. Y así se le quiebra el cuello al narcotráfico", concluye.
El debate, aunque no es nada nuevo, sí promete dar de qué hablar. Desde ya, el uribismo se plantea como un claro opositor de Galán y su iniciativa, y todo parece indicar que la polémica no se va a quedar en el Congreso. 




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